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Autor: Betrand De Jouvenel
La economía política del siglo veinte ha estado sometida a la tensión entre las teorías de la igualdad y las teorías de la eficacia. Si unas plantean que la riqueza se redistribuya por la acción de los gobiernos, las otras sugieren que la presión fiscal que consigue recursos de ciertos para asignarlos a otros produce esenciales desincentivos para el trabajo, el ahorro y la inversión. Suponiendo que la redistribución no introdujese desincentivos para la creación de riqueza, ¿se transformaría entonces en un propósito deseable, y no habría por ende ningún razonamiento en contra suya? Estas preguntas de Bertrand de Jouvenel hallan contestación en La moral de la redistribución. Al aislar la discusión de la objeción práctica más fuerte y frecuente (la "ineficiencia" que introduce en la economía), De Jouvenel crea las condiciones para tratar la cuestión en sus bases morales mismas. Y sus conclusiones no son alentadoras: conforme el pensador francés, el primordial efecto de las políticas gubernativos no se encuentra en conseguir ingresos de la población rica para asignarlos a la población más pobre, sino más bien en trasferir el poder de la población -y singularmente el de la población más pobre- al Estado: cuando es el Estado el que asigna recursos, los individuos pierden su capacidad de decidir y de planear sus vidas. Frente al hecho de que las burocracias públicas no dejan de medrar a cargo de la sociedad civil, La moral de la redistribución recrea las bases para una discusión que ha de ser renovada en nuestro tiempo.