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Autor: Cristiano Galbiati
La materia obscura es el enorme misterio de la ciencia del siglo xxi. Si le preguntas a un físico: «¿Qué queda por descubrir, ahora que asimismo se ha encontrado el bosón de Higgs?», prácticamente seguro que responderá: "casi todo". Sí, pues la materia ordinaria representa solo el cinco por ciento de nuestro cosmos. El resto consistiría en energía obscura y materia obscura, que representaría prácticamente el noventa por ciento de la masa total. Por cada gramo de materia ordinaria, habría, en algún sitio a nuestro alrededor, nueve de materia obscura. Incluso de esta forma, ciertos científicos aseveran que no existe. O bien más bien, que no es preciso hipotetizar su existencia para explicar las anomalías que se observan en la rotación de las Galaxias. Quienes llegan a esta conclusión se atreven a retar uno de los pilares de la física moderna: la relatividad general de Einstein. Cristiano Galbiati, que enseña física en Princeton y regula el experimento DarkSide en los laboratorios Gran Sasso, sabe que la materia obscura es uno de los secretos más enigmáticos y fascinantes de la naturaleza, celosamente guardado y todavía por descifrar. «Si es verdad que nuestra Galaxia está inmersa en un aura de materia oscura», afirma Galbiati, «la Tierra en rotación alrededor del Sol, que por su parte vira alrededor del Centro Galáctico, habría de ser golpeada por un viento de "partículas oscuras": más o menos cien cero cruzarían una superficie igual a la de un clavo cada segundo. Entonces, ¿por qué razón no intentar interceptarlos?»
En la busca de materia obscura, en una competencia cerrada, trabajan conjuntos de físicos, astrofísicos, cosmólogos, profesionales y apasionados, experimentales y teóricos, científicos y pensadores. Todos impulsados por la irrefrenable ambición de contribuir a un paso esencial en el desarrollo de la ciencia: entender y acotar la naturaleza de la materia obscura cambiará la percepción del cosmos en el que vivimos.