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Autor: Ben Lerner
La poesía es una forma de arte que oculta en su interior una profunda contradicción: paralelamente al prestigio que ha ido cosechando con los siglos en realidad, podríamos decir milenios, es al unísono una forma de expresión injuriada y también aun odiada en público (entre los primordiales oponentes de la poesía están los propios versistas). Marianne Moore, la enorme versista estadounidense, escribió una vez: «A mí asimismo me desagrada». Desde esta premisa, Ben Lerner ha intentado esclarecer el porqué de este desprestigio, apoyándose simultáneamente en su trabajo como versista y en la coincidencia con la opinión de Moore. Afirma el propio Lerner en un instante de este ensayo que «hay considerablemente más acuerdo en el odio a la poesía que en la propia definición de lo que verdaderamente es la poesía. A mí asimismo me disgusta, y no obstante he organizado mi vida en buena medida en torno a ella, mas no vivo esto como una contradicción pues la poesía y el odio cara la poesía son para mí y quizá asimismo para ti inextricables».
Ben Lerner consigue en este ensayo lúcido una hazaña: la de desentrañar las claves de la suspicacia extendida cara la poesía, y al unísono hallarle una función y un sentido en el planeta actual. Partiendo de la conocida oración de Platón, conforme la que no había sitio para los versistas en la República ideal, Lerner traza un recorrido histórico por la práctica y la mala praxis de la poesía durante los años, y explicita de qué forma ha servido de vehículo para la más intensa expresión individual y de qué manera, pese a la autoindulgencia que en muchas ocasiones representa el hecho de sentarse a redactar versos, al fin y a la postre un planeta sin poesía no sería posible.